Frente a prácticas evaluativas de tipo tradicional, en las que es frecuente que estén dirigidas completamente por el profesor, con poco o ningún feedback, la rúbrica se presenta como una herramienta útil, novedosa y práctica para evaluar competencias de tipo lingüístico. Para los menos familiarizados con este instrumento, explicamos brevemente en qué consiste.
Las rúbricas se ubican, como instrumentos de evaluación, en el contexto de evaluación de competencias o evaluación del desempeño. Tiene forma de tabla o parrilla con celdas que se forman por la intersección de filas y columnas. Horizontalmente (en la primera fila) se determinan los niveles de desempeño (nuestra experiencia nos dice que lo más adecuado son cuatro niveles de desempeño: excelente, bueno, suficiente e insuficiente, que pueden ir acompañados de su correspondiente puntuación) y, verticalmente, (en la primera columna) se fijan las dimensiones o criterios que se tomarán en consideración, lo que origina unas celdillas –los descriptores- en las que se explica detalladamente las evidencias que permiten valorar el trabajo concreto de un estudiante en función tanto de las dimensiones seleccionadas como del nivel de desempeño. Un modelo concreto de rúbrica es la que aparece en las escalas de descriptores del marco Común de Referencia Europeo con seis niveles de desempeño de A1 a C2 para distintos usos lingüísticos, actividades y estrategias de comprensión o producción.
La evaluación a partir de rúbricas es objetiva, clara y transparente, ya que cualquier estudiante puede guiarse para calificar el criterio tomado en consideración, gracias a la explicación detallada de cada celdilla. Asimismo, como cualquier procedimiento de evaluación, también la rúbrica debe entregarse a los estudiantes en el momento en el que se explique la tarea que deben realizar, ya que la rúbrica los guiará a dedicar atención y esfuerzo a lo que realmente el profesor va a evaluar y porque, indirectamente, insta a los alumnos a que se empeñen en lograr el nivel más alto de consecución de cada una de las categorías que se someten a evaluación. El instrumento de la rúbrica promueve el hecho de que los alumnos se apropien de los objetivos y de los criterios de evaluación, más todavía si los criterios se explican, se discuten y se acuerdan juntamente con ellos.
Es cierto que una rúbrica exige una inversión inicial de tiempo para el profesor, ya que antes de diseñarla tiene que definir con claridad, en primer lugar, los objetivos de aprendizaje de la tarea que desea plantear a sus estudiantes, los resultados de aprendizaje previstos, los criterios que se emplearán para valorarla, las evidencias que serán necesarias para verificar la consecución de las competencias señaladas; después, tendrá que determinar el estándar de calidad y redactar de forma clara y detallada los descriptores. Para ayudar al profesor en esta tarea existen recursos en red. Uno de ellos es Rubistar, http://rubistar.4teachers.org/index.php?skin=es&lang=es, una herramienta sencilla y gratuita, en español, que permite crear rúbricas, guardarlas y editarlas en línea. Ofrece plantillas según distintas áreas o disciplinas que permiten, obviamente, modificaciones, tanto en los niveles de desempeño, como en las categorías, o en los descriptores. Otra página interesante es Rcampus, http://www.rcampus.com/rubricshellc.cfm?mode=gallery, en inglés, que ofrece modelos de rúbricas organizados por niveles de aprendizaje, por temas y por tareas que evaluar (portafolios, presentaciones orales, proyectos, escritura, lectura, etc.). También puede resultar interesante la página de la Universidad de Málaga (http://erubrica.uma.es?page_id=313).